viernes, 27 de febrero de 2015

...

Me llenaste de asco
el cuerpo, mis sesos (que no dejaban ir el recuerdo).
¡Qué fraude!
Todo el tiempo
se perdió en un instante,
de repente, sin que me diera cuenta.
Cómo vestirme
si no me he desvestido...
Tu mirada se hace un monstruo
como tú,
tu cuerpo...
tu mirada es un engaño.
Mi vida está maldita
por ti, por los años
que te llevé de la mano.
Pero no me arrepiento.
Nadie tiene la culpa.
La culpa es de la gente,
esa que te dice
qué está bien y qué está mal
(y es del diablo).
Moralidad
destructora de sentimientos,
vidas, sueños,
remordimientos
de no ser aceptado.
Y te tumbas divagando en tu cama
con sus caras en tu mente,
en el techo, en el cielo
de la mañana
en que destruiste tu máscara
(de tantos años)
y no hay perdón
(aunque nada es para tanto)
y no hay perdón...

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