Acaricio tu alma con los ojos. Le digo que he venido a quedarme, que he venido para amarnos. Le muestro mis miedos, mis inseguridades, mis demonios, lo más terrible. Le pido lo mismo. Le pido que crucemos el río, que nos ahoguemos juntos y que luchemos por llegar al frente. Acaricio tu cuerpo. Le digo que he venido a quedarme, que he venido para amarnos. Me entrego a él completamente. Le pido que descendamos, que nos derritamos y que volemos juntos a la maravilla de dos cuerpos confirmando ser uno. Acaricio tu mente. Le digo que he venido a quedarme, que he venido para amarnos. Le pido que viajemos juntos, que me tome de la mano y descubramos esta enredadera de la que somos dos ramas. Le pido que nos descubramos a nosotros, que vivamos en armonía entre el bien y el mal, entre lo terrible y lo maravilloso. No le pido fingir. Le suplico que re-creemos nuestra enredadera-porque ha de ser incluso imposible desenrredarla-. Le pido que luchemos juntos, que vivamos todo lo que podamos-y no es el famoso yolo-es un: "Te amo... ¡Amo la vida porque existe nuestro amor! La vida es la razón de esto que es nuestro..." Y le estaré eternamente agradecida. Te acaricio. He venido a quedarme, he venido para amarnos. Amo todo lo que eres, lo que serás, lo que has sido. Amo ser nosotros.
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